"Todo se reduce a la esperanza" Daisaku Ikeda

jueves, mayo 31, 2012

Un poema de Enrique Gracia Trinidad


De su libro, Mentidero de Madrid, Ediciones Rilke, del que firmará ejemplares esta tarde en la Feria, caseta 45.
Además, te invito a que pases por alguno de sus blogs de poesía y actividades culturales, http://enriquegraciatrinidad.blogspot.com.es/

(Yo viví unos meses en esta calle, por eso la he elegido. Gracias Maestro.)

CALLE DE ECHEGARAY 
(Antes calle del Lobo)

A Lina Lence y Luis Gracia

Nadie debiera soportar más peso
del que tiene su propia dignidad.

Impedid que los lobos acumulen
la conciencia y la vendan como suya.
Son lobos mercaderes, ya sabéis,
mercachifles del mundo, poderosos
ahítos de soberbia, tomadores
del dos, del tres, de todo, con permiso
de otros que más que lobos son raposas.
Disfrazados de honor y de justicia,
revestidos de leyes a su altura.
Su dignidad es sólo su poder,
no pesa nada, es pluma, polvo y aire;
los aligera y los encumbra siempre
por encima de todo lo que es justo.

(Los lobos aullarían por la comparación)

  
La calle de Echegaray se llamó en tiempos calle del Lobo. Se dice que el nombre se debía a un lobo disecado que tenía un taxidermista colgado en la puerta como reclamo de su negocio. Se hizo aún más famoso por la siguiente leyenda:
Los muchachos se divertían en golpear al lobo y salir huyendo. Cierto día, uno de aquellos mozalbetes tuvo la mala suerte de desgarrar la piel provocando que saliese algo del relleno. El dueño, harto de aquellos juegos, salió tras el muchacho y le propinó una cuchillada, tal vez con una de las leznas de su oficio.
Dicen que la madre cogió a su hijo en brazos y corrió por la calles buscando alguien que curase la peligrosa herida. Pasó por una ventana baja tras la que trabajaba el escultor Francisco de Albornoz restaurando una imagen de la Virgen María. Al ver la estatua, la angustiada madre se encomendó a ella y milagrosamente su hijo curó.
Aquella imagen se llamaría después Nuestra Señora de las Maravillas y daría nombre al barrio de Madrid que algunos llaman erróneamente Malasaña.
Y como las historias se acumulan, señalemos que dicha imagen había venido, en el siglo XVII, de la zona de Rodasviejas, en Salamanca, de donde la habían retirado por estar su ermita en muy mal estado. Un paisano que se la quedó la trajo en la albarda de su burro a Madrid y al no poder pagar el portazgo, dejó la imagen en prenda y esta, tras varios propietarios, terminó en manos de Ana de Carpio, esposa del escultor que la reparó. Con el tiempo pasó al convento de carmelitas, del que hoy  queda la Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas y los Santos Niños Justo y Pastor, junto a la Plaza del 2 de Mayo. Allí recibió la imagen su nombre de “Maravillas” tal vez por las flores de este tipo en el jardín conventual o por el canto del Magníficat: “El Señor hizo en mí, maravillas…”

2 comentarios:

  1. Bellisimo poema y maravilloso relato,
    Mil gracias... Maria por compartirlo, me encantaaa
    Besos Pilar

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  2. La presentación estuvo genial en el Ateneo

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